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El Transpacific Parnership Agreement (TPP) es uno de los Acuerdos más
importantes que se está negociando en el mundo. Ya sea por la cantidad e
importancia de los países que participan, por ser transpacífico, y por el
tratamiento más profundo y extenso que se le pretende dar a las materias que habitualmente
se tratan en los tratados de libre comercio.
Perú ha intensificado su política comercial a partir de los acuerdos
comerciales firmados en los últimos 5 años con economías tan importantes como
China, Japón, Corea, Unión Europea entre otros. Esta política se refleja en un aumento
de su comercio desde US$ 31.018 millones en 2008, hasta US$ 45.639 el año 2012[1].
Parece ser evidente que Perú debiera ser parte de este nuevo acuerdo. Sin
embargo, a pesar de confluir la orientación de la política comercial de Perú,
con los objetivos de este mega acuerdo que es el TPP, el punto que determina su
viabilidad está en los contenidos que finalmente tenga el TPP. Debe incluir los
temas de interés para Perú como la protección de su diversidad bilógica y
cultural, así como mantener los grados de flexibilidad que se tienen en el
ámbito de las empresas estatales, sistemas de salud y educación, y respecto a
la propiedad intelectual.
La realidad y objetivo de los países latinoamericanos es, sin duda,
distinta a la de los países anglosajones y de los países asiáticos
participantes. Sin embargo, el voto de Perú vale tanto como el voto Australiano,
y los países latinoamericanos representan ¼ del consenso en TPP. Perú como país
en vía de desarrollo, al igual que Chile, necesita de las flexibilidades que ha
sabido reconocer el sistema multilateral en términos de protección a la
propiedad intelectual, de la implementación de los acuerdos multilaterales
medioambientales, de las herramientas de resguardo en términos de movimientos
de capital o un adecuado balance entre
derechos de los inversionistas y del Estado.
Países que todavía tienen por avanzar en términos de acceso al
conocimiento, educación de calidad, cobertura de los sistemas de salud,
fortalecimiento de sus economías (especialmente de sus sistemas financieros y
de tipo de cambio). No se pueden permitir, limitar los contenidos en uno de los
espacios más democráticos en términos de acceso al conocimiento como es
internet; extendiendo la fiscalización del cumplimiento de la propiedad
intelectual en la red a través de bajadas automáticas de contenidos, o incuso
fuera del ambiente digital a través de mayores plazos de protección para
libros, películas, música, etc., que
finalmente afecten la disposición de éstos en las bibliotecas, escuelas o
simplemente retardando la baja en los precios de estos productos fundamentales.
En forma similar, podría afectar el costo de los medicamentos al
retrasar la disponibilidad de medicamentos genéricos como consecuencia de la
extensión de la protección de las patentes de los productos innovadores (en
tiempo y ámbito) más allá de las condiciones que actualmente existen, o de
limitar las facultades de impugnar solicitudes de patentes frívolas. Esto tiene
como consecuencia el aumento del espacio de protección para las nuevas patentes
de medicamentos, reduciendo el espacio para los medicamentos genéricos, se
afecta negativamente el bienestar de la población.
. Las consecuencias de todas estas medidas terminan por afectar los
presupuestos de las naciones emergentes que con dificultad y un gran esfuerzo
tratan de llegar a toda la población.
Por otra parte, si bien nos podemos sentir medianamente satisfechos que
nuestras economías gocen de una creciente estabilidad, todo país incluyendo los
más desarrollados, está expuestos a los efectos de una crisis económica. Es por
este motivo, que el Fondo Monetario Internacional ha reiterado que dentro de
los desafíos primordiales para América Latina, está recomponer los márgenes
para la aplicación de salvaguardias financieras[2].
En estas circunstancias parece atemporal solicitar la liberalización de los flujos
de capital, cediendo las herramientas para resguardar la estabilidad en este
campo, sobre todo cuando la crisis económica más reciente (2009) aún genera consecuencias
para muchos países.
La respuesta a la pregunta presentada en el título es clara, el TPP es
una oportunidad para lograr un acuerdo balanceado que refleje intereses y
necesidades para Perú, así como también, para el resto de los países
latinoamericanos participantes en este acuerdo que comparten intereses
similares, incluso en algunas áreas se podría incluir a los integrantes del
Asia.
En resumen el TPP es una gran idea en proceso de desarrollo, que hay
que contribuir a modelar para que sea una real oportunidad para la economía
peruana y de los demás países latinoamericanos. Si se pretende imponer un
modelo concebido en función de realidades de países desarrollados muy distintas
de los demás países que las implementarán, se transformará en un obstáculo para
el sistema legislativo, de salud, educacional, judicial, y por qué no decirlo
para los gobiernos que lo acepten, los que serán cuestionados por los
movimientos sociales de creciente influencia en el mundo.